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Value Investing

Munesh Melwani Socio-Director General de Cross Capital EAFI

03-06-2018

El pasado jueves 24 de mayo, asistimos en Londres a la séptima edición del congreso “LONDON VALUE INVESTOR CONFERENCE”, conocido con la abreviatura LVIC, dirigido a profesionales de la inversión y a inversores cualificados, donde se dieron cita algunas de las principales gestoras independientes (no bancarias) de fondos de inversión que aplican el método “value” en su análisis y gestión de carteras. Pudimos comprobar que en Europa, existe también multitud de adeptos a esta filosofía o estilo de inversión, pudiéndose comparar este foro, salvando las distancias, a la reunión anual que Warren Buffet convoca en Omaha, también en mayo, para los inversores de su sociedad Berkshire Hathaway.

Con una intensa pero excelente agenda, la jornada se iba enriqueciendo conforme pasaba el día, con la intervención de los distintos ponentes, gestores representantes de firmas de gestión, ubicadas en distintos extremos del planeta (Londres, Toronto, Shanghai, Madrid, Nueva York, Sidney), compartiendo tanto metodología, como ideas de inversión. Como se suele decir, y en este caso es toda una realidad, siempre hay lugar para el aprendizaje, algo que nosotros aplicamos de forma continua en Cross Capital, en beneficio claro está, de los clientes.

Lejos de ser una moda, aunque lo parezca ante la veintena de firmas que aplican actualmente este estilo de inversión en España, su principal exponente nacional es Francisco García Paramés (exBestinver y ahora Cobas AM). El “value investing” tiene como objetivo determinar el valor fundamental o intrínseco de una compañía, detectar si está infravalorada por el mercado, aplicar un margen de seguridad e invertir con vocación a largo plazo con la convicción de que el valor de mercado convergerá hacia su intrínseco con el tiempo, impulsado por los resultados de la compañía.

Los inversores en valor conciben el valor fundamental de una empresa como su aspecto más relevante. Dedican la mayor parte del tiempo a la identificación de dicho valor, que difiere del precio o cotización en bolsa, por lo que no refleja el verdadero valor del negocio. Sostienen que el mercado tiene un comportamiento emocional, o impulsivo de corto plazo, propio del comportamiento del ser humano, por lo que en escasas ocasiones, precio y valor convergen. La racionalidad regresa con el paso del tiempo, cuando estas dos variables se aproximan. Lo emocional por tanto, genera anomalías de mercado, que brindan oportunidades de inversión. El éxito en la gestión de inversiones a largo plazo depende de la actitud del gestor value, esto es, de su capacidad para mantener su tranquilidad y racionalidad en todo momento.

A la hora de invertir, no se buscan compañías cuyas expectativas sean alcistas porque sus fundamentales a futuro prometan, sino aquella cuya cotización actual está por debajo de su verdadero valor. En este sentido, cobra especial relevancia el precio de compra y algo menos el de venta. Por tanto, los atributos necesarios del inversor value son la inteligencia y disciplina aplicadas a la hora de invertir, la racionalidad, el sentido común y la paciencia, pudiendo ocurrir que compren cuando todo el mundo quiere vender.

El caso es que el método, si está bien calibrado y se aplica de forma disciplinada, funciona y de forma consistente en el largo plazo. Veánse sino las rentabilidades anualizadas registradas por Warren Buffet con Berkshire, un 20,9% en el período 1965-2017 y Francisco García Paramés con Bestifond, un 15,74% en el período 1993-2014, claro está que se trata de dos gurús esta disciplina. El value investing está creando escuela en nuestro país y ha venido para quedarse, lo que debe suponer un motivo de alegría, dado que de alguna manera fomenta la cultura financiera de la ciudadanía de la mano de cada vez más gestoras independientes, algunas con un historial de rentabilidades francamente buenas y contrastadas.