Contáctenos: +34 922 098 062

Roboadvisors, reflexión necesaria

VALERIE LEWIS,  SOPORTE DE NEGOCIO
06/06/2021

Los roboadvisors son empresas de servicios de inversión que ofrecen su servicio de asesoramiento a través de plataformas digitales. Estas contienen un algoritmo matemático que provee de forma automatizada a los nuevos – y no tan nuevos- inversores, carteras “personalizadas” asignadas a partir del perfil de riesgo de éstos, con el objetivo de minimizar cualquier tipo de supervisión humana durante el proceso. Estos gestores automatizados, utilizan las respuestas de los clientes sobre su situación financiera actual y de sus objetivos en el futuro, para ofrecer un asesoramiento en teoría “a la medida” en materia de inversión, pero cabe preguntarse si realmente es así.

A pesar de que estos asesores digitales, tienen una trayectoria mucho más amplia en países como Estados Unidos con más de 11 años funcionando y de forma exitosa, en España la primera iniciativa data de 2014. Durante los años posteriores, se han seguido sumando empresas a esta corriente, usando como principal herramienta una gran inversión en tecnología y la promoción publicitaria de esta modalidad de inversión, que parece que ha calado en los españoles, hasta superar recientemente los 6.000 millones de euros, si bien varias de estas firmas siguen generando cuantiosas pérdidas (importante tener en cuenta su solvencia) y los bancos han canibalizado su propio negocio.

Los roboadvisors han servido como canal para despertar en las personas la necesidad de sumergirse en el mercado de valores, a través de la gestión pasiva automatizada y de muy bajo coste. El cliente obtendrá una cartera customizada resultado del algoritmo, que combina básicamente varios ETFs (Exchange Traded Funds, esto es, Fondos indexados cotizados) teniendo en cuenta su perfil de riesgo y objetivos, y que pretende comportarse como lo hace el mercado, ni más ni menos. Si bien es cierto, que siempre se pretende argumentar que dichos algoritmos los diseñan profesionales financieros y están testados en el tiempo y durante varios ciclos económicos, se nota cuando esto no es así y la robustez de la metodología subyacente resulta evidente solo en algunos ejemplos al otro lado del Atlántico.

No se puede negar que es una forma de “democratizar el acceso al mundo de la inversión” con una grata experiencia del usuario a la hora de contratar el servicio, pero ¿qué pasa cuando vienen mal dadas y surge una crisis? ¿cómo reaccionan los algoritmos sobre las carteras? ¿qué hacen los roboadvisors para que sus clientes no tomen decisiones emocionales y precipitadas con su dinero? En estos casos se magnifica la dicotomía entre la gestión activa vs la pasiva, y surge asimismo el debate acerca de la actuación del asesor en el mejor interés de sus clientes. Basándonos en los fundamentos y valores del asesoramiento financiero, debemos cuestionarnos si contestando unas preguntas básicas y estándares para todos los usuarios por igual, el producto recomendado, no sólo es el adecuado, sino que también es el mejor para el cliente.

Los roboadvisor aplican generalmente una estrategia de inversión multiactivos vía fondos indexados, lo que significa que para batir el mercado dependerán de la ponderación que otorgue el algoritmo a los mismos en cada momento. Son múltiples los ejemplos que podríamos aportar en los que la gestión humana bate de forma consistente a la máquina en situaciones complejas de mercado, basándose en su experiencia, en la psicología de mercado y en contar con una estrategia de inversión personalizada, ajustada a las necesidades y tolerancia al riesgo de cada cliente en cada momento. Los inversores menos experimentados no siempre tienen sus metas bien definidas, ni comprenden completamente su situación financiera -matices que, un roboadvisor, difícilmente puede incorporar a su algoritmo- que ofrecerá “café para todos”. Es en este punto donde los inversores necesitan una guía y entra el juego el papel del asesoramiento personalizado.

Hay aspectos humanos que se perciben de la conversación personal con los clientes, sobre la forma de ser, su presente y su futuro, necesarios para una planificación financiera y fijación de sus objetivos de largo plazo. En este sentido, tenemos claro que el campo de la Inteligencia Artificial puede dar mucho juego a futuro aplicándolo a la optimización de carteras y personalización de estas en función de cada cliente, pero estamos lejos de esto aún. Los roboadvisors en España actualmente solo ofrecen Carteras perfiladas de ETFs y poco más, que, ante situaciones de volatilidad, se comportan básicamente como el mercado y largo plazo ofrecen lo que el mercado genera. No hay “alfa”, aportación del gestor y pensamos que hay mucho talento en España en la gestión de activos. Eso sí, hay que buscarlo y pagarlo, y como se suele decir, “a largo plazo, lo barato sale caro”. Conviene que lo reflexionen.