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Qué nos deparan los mercados financieros

MUNESH MELWANI, SOCIO-DIRECTOR GENERAL DE CROSS CAPITAL
02/07/2023

No se trata de adivinar lo que viene (nadie lo sabe), ni de hacer previsiones macro (que nunca aciertan), sino más bien de definir escenarios, asignarles probabilidades y diseñar estrategias de inversión que nos permitan estar preparados para lo que venga, además de sacarle partido. Está claro que el contexto económico-financiero ha cambiado radicalmente en algo más de un año, cuando comenzó la que iba a ser la subida de tipos oficiales más acelerada de la historia, partiendo del 0% para alcanzar el entorno del 5% y quién sabe si algo más. Y es que la variable tipo de interés lo es todo en la valoración de activos financieros, dado que el valor de éstos se determina por la actualización de flujos futuros, más ciertos o menos.

Un factor determinante que puede contribuir a justificar el exceso de optimismo actual en el sentimiento inversor, que ha impulsado la evolución positiva de las bolsas en lo que va de año, es que más del 80% de los profesionales que se dedican a la gestión e intermediación de los activos financieros a nivel global, solo han visto los tipos caer o mantenerse, pero nunca subir, esto es, nacieron en los 80 y en los 90 en su mayoría. No saben lo que es, no lo han vivido, sus implicaciones, su impacto en la economía real, que es progresivo y que finalmente deriva en una ralentización del consumo y por tanto del crecimiento económico de un país. Por su parte, la fortaleza del mercado laboral, en parte debido al efecto rebote pospandemia, también respalda el citado optimismo y hace pensar entre la comunidad inversora que se puede esquivar la temida recesión. Finalmente, los resultados empresariales no han sido tan malos como se les esperaba, si bien, claramente vencen las empresas con negocios de calidad, con capacidad de fijación de precios y ventajas competitivas fuertes, que, si bien reducen el ritmo de crecimiento de sus beneficios, aún son aceptables, aunque en muchos casos revisan a la baja sus previsiones para el año que viene.

Lo que está claro es que venimos de un inusual y prolongado período de tipos cero y esto se ha terminado. Claramente no hay mucho espacio para tipos bajos y desde luego no consideramos que los tipos oficiales lleguen en los próximos años a los niveles mínimos de los que venimos. Por este motivo, se puede pensar que los próximos años no serán tan fáciles, dado que la economía y los mercados están en una fase temprana de transición, a la que le queda aún recorrido.

Otro aspecto que destacar es que la población trabajadora lleva gastándose los ahorros de la pandemia desde que salimos de ella y todo tiene un final, viéndose ya que es ritmo de gasto está derivando en un aumento del crédito para el consumo a unos precios que ya llevan instalados la elevada inflación generada. Los bancos centrales y los políticos gobernantes inyectaron un exceso de liquidez desorbitado en el sistema para mitigar los efectos económicos de la pandemia, y ahora deben corregirlo, drenando dicha liquidez de forma progresiva, reduciendo sus balances, más allá de subir los tipos. Todo ello situará de nuevo en la realidad a empresas y familias, dado que las primeras deberán refinanciarse a tipos de mercado y las segundas gastar conforme a sus ingresos se los permite.

En cuanto a dónde invertir, los instrumentos de renta fija a corto plazo ofrecen una atractiva rentabilidad (si bien es negativa en términos reales, descontada la inflación), pero a medio plazo también y tratándose de emisores de buena calidad crediticia. En renta variable siempre hay oportunidades con vocación de largo plazo, dado que realmente, la pandemia y la inflación han permitido limpiar el mercado, habiendo compañías ganadoras y otras perdedoras. Lo importante es saber y conocer bien en qué se invierte, hacer un análisis profundo y tener convicción en la tesis de inversión. Los fondos de inversión son un instrumento ideal para iniciarse en este ámbito. Desearles un feliz verano y recordarles asesorarse bien.