COVID-19: la pandemia de las oportunidades
MUNESH MELWANI, SOCIO-DIRECTOR GENERAL
01-03-2020
Los mercados se han visto arrastrados muy la baja en la última semana ante el pánico generalizado provocado por la pandemia global del coronavirus. Se trata de la peor caída bursátil desde el estallido de la Gran Crisis Financiera en 2008 y nos recuerda, una vez más, lo importante que resulta la psicología inversora, esto es, que detrás de las cotizaciones y las empresas, hay personas con emociones que toman decisiones. El patrón más habitual, es que la mayoría venda en el punto más álgido de la crisis desatada y compre cuando ya la cosa esté tranquila y el mercado haya recuperado bastante desde los mínimos…dejando para una minoría las verdaderas ganancias que se generan si uno aprovecha debidamente las oportunidades que brindan estos episodios de inestabilidad en los mercados.
Ventas masivas en las últimas semanas del mes
No obstante lo anterior, más allá del componente humano conductual, no podemos dejar al margen, que tratándose de la última semana del mes, asistimos a ventas masivas de los fondos pasivos (ETFs), de los fondos de volatilidad, de los cuantitativos (trading algorítmico), de los Hedge Funds con posición neta larga. Todos quieren enseñar números de cierre de mes distintos a su posición inicial de mes. Cuando las valoraciones son exigentes, la estética se resiente, la inversión a crédito también y saltan los margin calls.
Ya uno lleva más de 20 años en este ámbito profesional y puedo hablar con cierto criterio, basándome en la experiencia adquirida con miles de millones bajo gestión, habiendo aprendido asimismo de errores cometidos en el pasado. En las dos últimas décadas, hemos bregado con la plaga de la neumonía en 1994, el SARS en 2003, la gripe aviar en 2006, el SIV (gripe de origen porcino) en 2009, el MERS en 2014, el Ébola en 2014, el Zika en 2016, el Measles (rubeola) en 2019 y ahora el COVID-19 en 2020. Por explicar un poco la virulencia de las caídas y la extrema volatilidad -en máximos desde 2015-, el punto de partida ha sido de aversión al riesgo y no el pánico, dado que partíamos con índices bursátiles en máximos con un verdadero rally desde finales de 2019, la fortaleza relativa del dólar, spreads crediticios en mínimos, el oro en máximos de varios años y la rentabilidad del bono norteamericano dando señales…pero, las empresas han seguido arrojando razonables resultados y la inflación ha estado controlada con mensajes tranquilizadores de los bancos centrales, con lo que se daba un ambiente de cierta complacencia para la inversión, pero un tanto engañosa, por eso aconsejamos prudencia desde hace unos meses.
Tras las caídas, el mercado ya descuenta una respuesta coordinada que de momento el BCE y la FED descartan, pareciéndoles prematuro; igualmente, se descuentan recortes de tipos en septiembre y abril respectivamente, por aquello de reanimar la inflación, que está ha estado condicionada por los precios a la baja de las materias primas, cuya demanda va a ser menor que la esperada por parte de China, lo que ha llevado al crudo y al cobre a niveles mínimos de nuevo. El hecho es que ya iniciábamos este año en un contexto de ralentización económica global y los bancos centrales cuentan con poca munición adicional, por lo que la política fiscal hará de colchón pero será necesario no mermar la confianza y que el crédito no se contraiga, por lo que los bancos centrales continuarán con sus inyecciones de liquidez en el sistema, para que la banca siga concediendo crédito.
Pero el gran problema es que una crisis de oferta no se soluciona con políticas de demanda. Una política fiscal expansiva muy agresiva nos llevaría al estancamiento económico y de la inflación. China es la gran fábrica del mundo y si la normalidad no vuelve pronto a los centros de trabajo, habrá problemas en las cadenas de distribución, como ya a anunciado alguna compañía. Pueden verse afectados sectores tan estratégicos para el mundo desarrollado como el automóvil, la tecnología, el lujo y la moda.
Por situaciones comparables anteriores, es probable que asistamos a una recuperación en “W”. Una reacción casi inmediata al alza y luego quizá una caída posterior con los ajustes de crecimiento, pero estamos asistiendo a niveles muy atractivos en ciertos activos. Si analizamos las epidemias de los últimos 40 años, el retorno medio del MSCI World en los seis meses posteriores a la crisis ha sido del 7,1%.
Como siempre sucede en estos episodios, las ventas discriminadas y el cierre de posiciones de manera generalizada ofrecen oportunidades e ineficiencias que no deberíamos dejar pasar. El impacto ha sido generalizado en todos los activos de riesgo, especialmente compañías de calidad que cotizaban en múltiplos demasiado exigentes y que ahora, después de caídas de dos dígitos, empiezan a ofrecer una ventana para invertir. Igualmente, en renta fija estamos asistiendo a una normalización de los diferenciales de crédito que nos brindan la oportunidad de añadir rentabilidad a las carteras sin que ello suponga incrementar significativamente el nivel de riesgo.
Intentar adivinar la evolución futura de los acontecimientos con exactitud es un ejercicio ridículo que implicaría equivocarnos. En nuestra opinión, la mejor estrategia es mantener un perfil defensivo, proteger el capital en la medida de lo posible y estar atentos a las oportunidades para invertir, siempre con vocación de largo plazo.