Oferta y Demanda
JOHANNA PRIETO Finanzas Corporativas
14-08-2016
No podemos dejar escapar y pasar por alto los primeros resultados de programa de estímulos del Banco de Inglaterra (BoE) anunciado sólo unos días atrás, para validar uno de los principios más importantes y básicos sobre los que se sustenta toda economía, como es la ley universal de la Oferta y la Demanda. Recordemos que a principios del mes de agosto el banco central anunció que ampliaría su programa de compra de activos (QE) hasta 435.000 millones de libras, desde los anteriores 375.000 millones de libras, como parte de sus esfuerzos para contrarrestar el efecto negativo que en su opinión tendrá la decisión de Reino Unido de abandonar la Unión Europea en la economía británica. Pues bien, tan sólo unos días después de su anuncio, los agentes del mercado se han encargado de recordarle que: para comprar es necesario que antes alguien quiera vender.
Si bien es demasiado pronto para afirmar que las medidas de estímulos tomadas por el BoE son erróneas, lo que está claro es que se evidencian deficiencias que se deben subsanar de cara a próximas actuaciones. Así, tan sólo dos días después de la entrada en funcionamiento de este QE ampliado, la institución tuvo que incumplir el objetivo de compra definido, teniendo que adaptarse a la oferta disponible. Si bien el gap de oferta y demanda no fue elevado, esta circunstancia es suficiente para que la institución reflexione sobre el volumen real de activos disponibles para la venta, así como las preferencias de inversores y tenedores actuales de esos activos.
En un escenario de aversión al riesgo e incertidumbre como el actual con tipos de interés en niveles mínimo, la demanda de bonos/activos de alta calidad y con rentabilidad atractiva es máxima, de ahí que los fondos de pensiones, institucionales y compañías de seguros que disponen ya de estos activos en cartera no estén dispuestos a desprenderse de ellos, prefiriendo quedarse con los mismos hasta su vencimiento, con el objetivo de ir recibiendo cupones periódicos sin riesgo, salvando así las necesidades y exigencias de inversión en activos ultraseguros. Es decir, que si realmente el BoE quiere continuar con la compra de activos, tendrá que ofrecer precios muy superiores al mercado para que los tenedores de los mismos estén dispuestos a desprenderse de ellos. Teniendo en cuenta asimismo, que según aproximaciones el BoE ya tiene en su balance un tercio de todos los bonos soberanos británicos del mercado, se está cerca del punto donde el precio ya no es un factor determinate, teniendo que recurrir desde ya a ampliar la compra a activos más allá de los bonos soberanos británicos para alcanzar sus objetivos de compra. Si bien esta circunstancia puede resultar curiosa y novedosa para algunos, llevamos meses observándola en un mercado con tipos de interés negativos, tanto en la deuda pública como en la deuda corporativa, motivada especialmente por la demanda de activos de calidad crediticia y cupones periódicos atractivos en un escenario con escasez de títulos de estas características.