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Más allá de las mid-terms

AARON RODRIGUEZ,  ASESORAMIENTO Y GESTIÓN PATRIMONIAL

11/11/2018

Las mid-terms son las elecciones parciales que tienen lugar a mitad del mandato en Estados Unidos y tradicionalmente son interpretadas como una especie de referéndum sobre la política llevada a cabo por el ejecutivo hasta ese momento. En ellas, se debe elegir a los integrantes de la Cámara de Representantes, y este año, a un tercio de los miembros del Senado.

Se celebraron el pasado 6 de noviembre y, si bien los resultados de las mismas han estado en línea con las expectativas, ello no quiere decir que las cosas continúen igual. El resultado ha sido el de un Congreso dividido, comúnmente denominado “gridlock” y que en este caso tendrá varias implicaciones económicas. La agenda económica del presidente, centrada en la reforma fiscal, la desregulación y los acuerdos comerciales renegociados, probablemente no se alterarán materialmente. Sin embargo, la aprobación de un segundo proyecto de ley de reforma fiscal es poco probable, lo que aumentaría las posibilidades de que la economía de EE.UU. se ralentice a partir de 2019.

Por otra parte, los Republicanos han aumentado su mayoría en el Senado y esto, desde una perspectiva política, parece una validación de la estrategia del presidente para adoptar una línea dura sobre la inmigración y el comercio. Es muy probable que los demócratas comiencen a rechazar las medidas más extremas, pero no alcanzarán el peso necesario para que el ejecutivo modifique su enfoque. Por ello, Donald Trump podrá continuar teniendo libertad para aplicar una estrategia agresiva sobre el comercio con China, si así lo decide. Así pues, la repercusión de los resultados de las elecciones sobre la política comercial de EE.UU. continúa siendo incierta.

La cuestión más crucial es si querrá llegar a un acuerdo con Xi Jinping o no. Aunque continuar con la retórica dura sobre el comercio no va a perjudicarle políticamente de forma directa, sí que podría dañar tanto a la economía global y como a la estadounidense, pudiendo dejarle más vulnerable de cara a las elecciones presidenciales de 2020. También es posible que calcule que, de llegar a un acuerdo con China, podría venderlo como el mejor resultado que ha conseguido jamás ningún otro presidente, y aun así continuaría contando con muchos elementos a su favor y a los que responsabilizar si la economía fuese mal, a los demócratas del Parlamento, a los inmigrantes ilegales y, cada vez más, a la Reserva Federal.

El tema del comercio es claramente la gran incertidumbre actual tanto para la economía global como para la inversión. Hasta que la administración de Trump sacó a los Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), se esperaba que éste desempañara un papel principal en el fortalecimiento del sistema mundial de libre comercio. El resto de países decidió continuar trabajando en el pacto, ahora denominado Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP), el cual acaban de suscribir seis de los once países participantes (México, Japón, Singapur, Nueva Zelanda, Canadá y Australia). El nuevo tratado de comercio entrará en vigor el 30 de diciembre y antes de esa fecha es previsible que se una el resto, formando un superbloque de 500 millones de personas que generan el 13% del PIB mundial.

Se considera que el CPTPP es el último bastión y la esperanza futura del régimen mundial del libre comercio; el nuevo pacto dejaría atrás a la obsoleta e ineficaz Organización Mundial del Comercio (OMC). En este escenario, Japón debería jugar un papel crucial en 2019, cuando den comienzo las conversaciones bilaterales con Estados Unidos, pues si los 11 países formalizan el pacto antes del inicio de las negociaciones, se sentaría a la mesa como un igual.

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