Liquidez y Solvencia tras Thomas Cook
JOHANNA PRIETO, FINANZAS CORPORATIVAS
24/10/2019
Tras la quiebra de Thomas Cook, muchas son las noticias que venimos escuchado sobre la viabilidad de las empresas afectadas, utilizando indistintamente términos tan determinantes para evaluar su supervivencia son la liquidez y solvencia. Es por ello por lo que resulta necesario e imprescindible aclarar y diferenciar las implicaciones de estos dos términos con el objeto, no sólo de identificar las consecuencias de la quiebra, sino también las soluciones puramente financieras que se deben implementar.
Sin entrar en ratios e indicadores contables, la liquidez de una empresa es la capacidad que tiene para hacer frente a sus compromisos a más corto plazo, con los derechos, bienes y activos a corto plazo de que dispone. Es decir, si la tesorería disponible o potencial ‒clientes de cobro inminente, depósitos o instrumentos de patrimonio como fondos u otros que sean fácilmente convertibles en dinero‒ es suficiente para hacer frente a las obligaciones de pago con sus proveedores y acreedores y, lo que es más relevante, a los gastos corrientes en personal. Ante una situación de impago repentina por parte de uno de sus principales clientes, la liquidez de muchos hoteles se verá así empeorada, provocando con toda seguridad que las entradas de flujos no sean lo suficiente para abonar los compromisos requeridos, incumpliendo o retrasando así los pagos con sus proveedores y empleados. Un incumplimiento o retraso en los pagos, máxime en una situación más que justificada como es el caso, no debe implicar, siempre que existan los mimbres internos y mecanismos institucionales de apoyo, la quiebra de la empresa. Así, si la empresa cuenta con una póliza de crédito disponible, podrá recurrir a esta para financiar esos desfases de liquidez y abonar con cargo a la misma las nóminas de sus empleados y facturas a sus principales proveedores.
No obstante, si no dispone de dicho instrumento, o llega el momento de renovación de las pólizas contratadas citadas, la continuidad de las empresas va a depender de su solvencia. La capacidad de la empresa para hacer frente a sus compromisos en el largo plazo determinará si un banco o prestamista está dispuesto a financiar la pérdida generada por el impago del turoperador, diluyendo su impacto en el largo plazo. Sólo si un prestamista entiende que la sociedad cuenta con los activos, recursos propios, estructuras y políticas necesarias para poder recuperar esa cuota de mercado perdida y generar nuevamente beneficios, aunque no sea de forma inmediata, estará dispuesta a financiarla. Es decir, la clave estará en la capacidad de la empresa en recuperarse y reorientarse, generando nuevos beneficios que permitan ir compensando esa pérdida en el medio-largo plazo.
El plan de ayudas para mitigar el impacto de la quiebra del turoperador en el sector turístico definido por el Ministerio va en esta línea, descartando las ayudas directas a fondos perdido a hoteleros y proveedores. El objetivo de la medida es, por una parte, mitigar el impacto de los compromisos a más corto plazo, estableciendo para ello créditos a tipos de interés atractivos y plazos largos para aquellas empresas con problemas de liquidez y bonificaciones en las cotizaciones a la Seguridad Social. Adicionalmente, con el objeto de ayudar a la recuperación del sector, se creará un Fondo para financiar proyectos de digitalización, innovación y modernización de los servicios de las empresas del sector, así como diferentes actuaciones para racionalizar los costes y tarifas de las rutas, a lo que se suman campañas de promoción en el extranjero.
Es decir, a grandes líneas, se trata de ayudar a solventar los problemas de liquidez de las empresas afectadas, implementando medidas que faciliten el entorno para recuperar y acelerar la generación de beneficios y, por ende, reparar la solvencia de las empresas afectadas. Cuestión a parte es si esas medidas están llegando en plazo.