La guerra de las divisas
AYTHAMI GONZÁLEZ Asesoramiento y Gestión Patrimonial en Cross Capital
21-08-2016
Primero fue el BoJ de Japón, después la FED, el BCE, el BoC de China, el BoE de Reino Unido y ahora puede que se unan parte de los países en desarrollo en esta guerra de divisas, también conocida como devaluación competitiva. Hablamos de las medidas de estímulo llevadas a cabo por los bancos centrales para hacer frente a la recuperación económica, en un intento de devaluar sus monedas locales frente a sus homólogas en aras de hacer sus productos más competitivos, mejorar sus exportaciones y así su balanza comercial. Dentro de las medidas más importantes que se han contemplado por estos bancos centrales están los recortes de tipos de interés, los programas QE (Quatitative Easing) y la recompra de deuda soberana y corporativa. Muchas han sido las armas utilizadas por los bancos centrales para intentar amortiguar el efecto de la crisis y reactivar sus economías, pero tras más de ocho años, los datos de crecimiento e inflación de varias de estas economías siguen siendo débiles.
Se hace aconsejable repasar los acontecimientos que han originado esta situación: Japón tras una larga recesión, activó el QE para depreciar el Yen y aumentar así sus exportaciones, pero EEUU con el estallido de la crisis de las hipotecas subprime comenzó en 2009 una bajada generalizada de tipos para abaratar el crédito, perjudicando la estrategia del país nipón. En 2012, el BCE inició la bajada de tipos de interés y posteriormente la compra de deuda para mejorar la competitividad frente a EE.UU. y reactivar la inflación. Pero el recorrido de ambas economías se vio frustrado con la entrada de China en juego (muy a su pesar) mandando la estrategia al traste. En agosto de 2015, los pésimos datos macro de China y la migración de su modelo económico obligaron a que el banco central devaluara el Yuan hasta tres veces, propiciando una caída de más de un 25% de la bolsa de Shangai en dos sesiones, contagiando al resto de plazas. Esta necesidad de China ha arrastrado al dólar y ha propiciado que el BCE haya dejado de intervenir en el mercado de divisas para que el Euro no se depreciara más, motivando la apreciación del yen japonés. Se trata de un tablero complicado en el que juegan todas las divisas poderosas y al que se ha venido a sumar la libra esterlina, tras el Brexit, enredando aún más el panorama.
Lo cierto es que toda esta parafernalia ha llevado a la economía mundial, especialmente a la estadounidense, a una situación complicada, dado que sigue siendo la referencia, si bien en un entorno macro saludable. Tras casi una década de dinero “barato” en EEUU, llevando al S&P500 a subir más de un 170% durante este periodo, la bolsa sufrió una severa corrección en el segundo semestre de 2015 y principios de 2016 por una temido endurecimiento de la política monetaria de la FED, que a día de hoy solo ha supuesto un +0,25% en los tipos oficiales. El mercado descontó un shock con reminiscencias de 2008 por el miedo a la quiebra de los emergentes a causa del encarecimiento de la deuda en dólares y a la caída del precio de las materias primas. En la Eurozona, también preocupa el mercado de renta fija, en niveles históricamente mínimos de rentabilidad debido a la compra incesante del BCE, desvirtuando por completo el mercado de deuda pública y corporativa. Ante este panorama, recomendamos prudencia y gestión activa en las carteras, con consolidación de ganancias de corto plazo.