Financiación Verde, análisis del concepto
JOHANNA PRIETO, FINANZAS CORPORATIVAS
12/01/2020
Hace unas semanas aprovechábamos la noticia de la inauguración por parte de la CNMV de un portal específico en el ámbito de las finanzas sostenibles para introducirnos en la materia. Resulta inevitable no profundizar sobre la financiación verde tras la presentación hace unos días de la estrategia de financiación del Tesoro para 2020. La principal novedad es la emisión de un programa de bonos verdes, para contribuir a la financiación de los compromisos de España con la transición ecológica.
Cansados de escuchar así el concepto de bonos verdes, es necesario ya una definición clara de lo que es una financiación sostenible. Y, especialmente, explicar qué ventajas ofrece esta modalidad financiera, tanto para inversores como para prestamistas.
Financiación verde: primeras criterios de identificación
La “taxonomía o herramienta de clasificación” de los bonos verdes aún no está totalmente definida. A principios del mes de diciembre, el Parlamento Europeo y los gobiernos de la UE llegaron a un acuerdo sobre los primeros criterios europeos para identificar qué inversiones pueden ser consideradas como ‘verdes‘.
Estos criterios buscan, especialmente, combatir aquellas inversiones que se anuncian “falsamente” como sostenibles. Es decir, actividades económicas que en realidad no lo son (greenwashing o blanqueo ecológico).
De manera sucinta, son seis los objetivos medioambientales para valorar si una actividad es sostenible o no. Los dos primeros los abordaremos en el primer punto. En concreto:
Cualquier actividad que tenga o persiga alguno de los objetivos anteriores -y no cause un perjuicio al resto- se considerará como sostenible.
- Mitigación y adaptación del cambio climático
- Uso sostenible y protección de los recursos hídricos y marinos
- Transición a una economía circular
- Prevención y el control de la contaminación
- Protección y recuperación de la biodiversidad
Ventajas de la financiación verde
La financiación verde de este tipo de actividades, a través de bonos verdes en los casos de proyectos de mayor envergadura, y/o a través de préstamos verdes que se rigen igualmente por los mismos principios que los bonos, tiene determinadas ventajas tanto para el inversor como para las empresas.
Ventajas para inversores
En el caso de los inversores, la ventaja es doble. Por un lado, fomentar el desarrollo de actividades que producen beneficios para la sociedad y la economía sin renunciar a rentabilidad. Y, por otro lado, la mayor transparencia de este tipo de inversiones. Esto se debe a que están obligadas a seguir un código de buenas prácticas. Por eso, debe justificarse y publicitarse claramente el destino de los fondos. Además, también deben establecerse la publicación de reportings posteriores para evaluar las repercusiones medioambientales de las mismos.
Ventajas para las empresas
En lo que respecta a las empresas que recurren a este tipo de financiación, las ventajas son muchas. Para empezar, la posibilidad de acceder a determinados inversores institucionales y/o a líneas públicas o financieras específicas con una mejora en los parámetros de concesión de operaciones, bien en precio, plazos o condicionantes. Otra de sus ventajas, es la visibilidad y repercusión pública de este tipo de financiación para sus accionistas y/o consumidores de sus productos.
La financiación de inversiones de energías renovables, eficiencia energética en edificios nuevos y reformados, calefacción urbana, transporte eléctrico, transporte público, ferroviario, acceso a agua potable y el tratamiento de las aguas residuales, son algunos de los ejemplos. La magnitud de los proyectos y casuística de los mismos es tan amplia que abarca a la totalidad de empresas e inversiones.
Nos encontramos así desde empresas como Iberdrola, que ha llegado a ser varios años consecutivos el mayor emisor privado de este bonos verdes en el mundo para la financiación de energías limpias y redes inteligentes; hasta pequeñas empresas que recurren a líneas de financiación específica.
Estas líneas específicas están desarrolladas conjuntamente entre organismos multilaterales y de desarrollo y entidades financieras nacionales. De esta manera ofrecen condiciones de financiación atractivas para ejecutar diversos proyectos, como, por ejemplo, de eficiencia energética y energías renovables. Otros posibles proyectos: iniciativas agrícolas que promueven la conservación de los recursos agrícolas o adquisición de vehículos híbridos, eléctricos o de baja emisiones de CO2.
Es de tal magnitud, el desarrollo que ha tenido este tipo de mercado en los últimos años, que no sería aventurado decir que, directa o indirectamente a través de líneas, gran parte de las pequeñas empresas y consumidores ya cuentan en sus balances con financiación verde.
Bonus track: financiación social
Sin embargo, ahora que ya empezamos a manejar coloquialmente el concepto de verde, el mercado va un paso más allá e incorpora la sostenibilidad “social”, poniéndose de moda así el concepto de bonos sociales.
La financiación “social” es aquella en la que los fondos se aplicarán exclusivamente para financiar proyectos sociales elegibles. Estos proyectos abarcan temáticas muy diversas. Algunos ejemplos de los mismos son:
- Infraestructuras básicas asequibles. Por ejemplo, agua potable, alcantarillado, saneamiento o transporte.
- Acceso a servicios esenciales. Entre otros: salud, educación y formación profesional, financiación y servicios financieros.
- Viviendas asequibles.
- Seguridad alimenticia.
- Generación de empleo a través de la financiación a la pequeña y medianas empresas.
- Fortalecimiento y avance socioeconómico.
En el caso de España, el desarrollo de este tipo de mercado se debe principalmente a las Comunidades Autónomas y el Sector Público. Han recurrido a este tipo de financiación para cubrir las necesidades sociales de su presupuesto. La naturaleza de su presupuesto de gasto y la creciente demanda de estos instrumentos por parte de los inversores institucionales, auguran un incremento potencial de este tipo de financiación en el sector público, combinado los bonos verdes y los bonos sociales, lo que se conoce formalmente como bonos sostenibles.