
El BCE sigue bajando tipos
09/03/2025
El pasado jueves 6 de marzo, el Banco Central Europeo (BCE), tal y como se podía prever, ha anunciado una nueva bajada de los tipos de interés de 25 puntos básicos. En sintonía con la trayectoria que se venía siguiendo desde junio del 2024, el organismo presidido por Christine Lagarde sostiene que continúa orientando sus decisiones de política monetaria en línea con un proceso de desinflación.
Para entender esta decisión vale la pena recordar de dónde venimos. A finales de 2022 la Eurozona presentaba una inflación de entorno al 10% motivada, en parte, por el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania y su repercusión a nivel de precios en las industrias energéticas y de alimentación. Aunque progresivamente se fue estabilizando, no fue sino hasta el inicio de esta bajada progresiva de tipos a mediados del año pasado, que la inflación volvió a estar bajo control hasta llegar a los niveles actuales de entorno al 2,3% como estimación de cierre para este año. El BCE ya se atreve a afirmar que se empieza a adoptar una política menos restrictiva, insinuando por primera vez que nos acercamos a niveles que podrían estimular el crecimiento económico.
Sin embargo, también matizan que nos enfrentamos a condicionantes que han rebajado las expectativas de crecimiento de la Eurozona a un 0,9% en 2025 y 1,2% en 2026. Esto se ve justificado, en gran medida, por el más que potencial descenso de las exportaciones y la reducción de la inversión fruto del desconcierto que se cierne sobre los mercados actualmente.
No cabe duda de que parte de esta incertidumbre viene explicada por: (i) los permanentes anuncios de Donald Trump de aplicación de aranceles en el ámbito de su política comercial, (ii) la situación geopolítica global, con dos conflictos bélicos aún en curso tanto en Europa como en Oriente Medio y (iii) las constantes fluctuaciones en los precios de la energía, motivadas por, entre otras cosas, la estacionalidad del sector y las tensiones previamente mencionadas.
Cualquier aumento en el consumo, como el derivado de la reducción de tipos, puede estar aparejado a un aumento en el nivel de precios. Además, considerando las tensiones inflacionistas que pueden provocar la imposición de aranceles como respuesta a las medidas de Estados Unidos, se ha de ser precavido y no sostener de forma indiscriminada las bajadas. Posiblemente por esto Lagarde se muestra cauta y también destacó como el inminente aumento en inversión en defensa y en infraestructura contribuirá al desarrollo económico, y consecuentemente podría afectar la inflación.
Dicho lo anterior, parece razonable cuestionarnos ¿qué nos espera ahora? Por un lado, es lógico intuir que progresivamente se buscará una mejora generalizada de la demanda interna. Esto permitirá luchar contra los potenciales shocks externos que pueda enfrentar la economía europea.
Atendiendo a como se verán afectados los principales actores de la economía, si ponemos el foco en las empresas es evidente que se encontrarán con mejores condiciones de financiación o refinanciación, lo que puede dar lugar a mayores oportunidades de crecimiento tanto orgánico como inorgánico a través de operaciones de M&A.
Por otro lado, veremos como en lo que respecta a las alternativas de inversión, los inversores de renta fija en el tramo corto de la curva verán como sus activos aumentan de precio, mientras que el tramo largo puede ganar atractivo inversor por las expectativas de inflación. Asimismo, la renta variable europea podría beneficiarse de una mayor atracción de flujos de capital en los mercados en busca de rentabilidades más elevadas.
Ante toda la incertidumbre existente en el panorama internacional que se ha venido a denominar “Nuevo Orden Mundial”, el BCE ha reafirma su intención de reducir los niveles de inflación a un 2% en el medio plazo, pero matiza que sus decisiones futuras dependerán de la evolución de los acontecimientos a nivel global. Por tanto, será cada vez más complicado predecir que sigan reduciéndose los tipos como han venido haciéndolo, si bien consideramos que dada la debilidad macro de la Eurozona, seguirá recortando en 2025, tal y como descuentan actualmente los mercados.
En definitiva, nadie sabe con seguridad lo que va a suceder, pero todo parece indicar que la política monetaria va a ser siendo acomodaticia al menos a este lado del Atlántico. En este sentido, le da soporte a un sentimiento inversor positivo a pesar de la volatilidad.