Educación Financiera
MUNESH MELWANI, SOCIO-DIRECTOR GENERAL
14/10/2019
El pasado lunes 7 de octubre fue el Día de la Educación Financiera, en un contexto económico-financiero que anticipa una ralentización económica mayor que la prevista inicialmente, en un entorno de tipos cero, sin señales inflacionistas, con países muy endeudados, con un Brexit sin resolver y con una guerra comercial entre EE.UU. y el resto del mundo que con total certeza está cambiando el panorama transaccional de las empresas a nivel global. Sin duda, todo ello afecta a nuestro día a día, a nuestras decisiones, tanto de inversión como de financiación, de gasto, al consumo, etc, en definitiva a nuestro bienestar y sin embargo, la sociedad española sigue contando con un nivel de cultura financiera de los más bajos de la Unión Europea.
El problema está obviamente en la base educativa, desde las aulas de primaria hasta las universidades, en las que las asignaturas obligatorias de economía y finanzas brillan por su ausencia, o se imparten sobre teorías del pasado que ya no son aplicables en el sigo XXI, o bien adoptan un enfoque eminentemente teórico y no práctico. Obviamente, gran parte de la culpa es de los gobiernos que se han ido sucediendo en las últimas décadas, que no han abordado correctamente este déficit cognitivo en los programas educativos, pero también el ciudadano ha de preocuparse por aprender, ser autodidacta y proteger sus intereses ante los distintos eventos económico-financieros, al margen de poder contar con asesoramiento profesional.
Desde que empecé a trabajar en el sector financiero en la década de los 90, llevo escuchando sobre este problema, al que hasta la fecha no se le ha dado solución por las instituciones y desde entonces se han sucedido diferentes episodios lamentables de mala praxis bancaria con un claro perjuicio sobre el ciudadano, fruto de la agresividad comercial, pero también gracias a esta escasa cultura financiera: manipulación del Euribor, hipotecas suelo, hipotecas japonesas, estructurados, swaps, preferentes, subordinadas, opv de Bankia, IRPH, comisiones abusivas, etc, etc. Se dan casos surrealistas o por lo menos contradictorios, como por ejemplo, tener demandada a una entidad financiera por uno de estos casos y tener los ahorros depositados en la misma.
A pesar lo descrito, se sigue dando lo que se ha venido a llamar “síndrome de Estocolmo bancario”, esto es, la gente está “mentalmente” secuestrada por la banca, pensando que es el único actor financiero en el país para gestionar sus ahorros o las transacciones de su empresa, básicamente por pereza de cambiar de entidad, por ignorancia en muchos casos y es que cada vez hay más personas que optan por entidades como las Empresas de Asesoramiento Financiero (EAF), las Agencias y Sociedades de Valores, las Sociedades Gestoras de Instituciones de Inversión Colectiva (SGIIC) independientes (no participadas por los bancos) para gestionar sus ahorros de forma totalmente alineada con los intereses del cliente. Por su parte, cada vez son más las empresas que optan por las Fintech (empresas tecnológicas que prestan servicios financieros) para gestionar sus transacciones: de divisa, de pagos, de descuento de facturas y pagarés, de financiación a medio plazo, etc. En definitiva, existe una alternativa sólida a la banca que superan las 200 entidades.
La normativa europea MiFID II viene a mitigar estas irregularidades y proteger más al usuario financiero. Aun así, hay que hacer una gran labor de concienciación y de difusión. Algunas iniciativas son muy buenas como el portal finanzasparatodos.com, impulsado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y el Banco de España. La banca también ha reaccionado…habilitando portales similares en colaboración con universidades. Actualmente, la tecnología brinda al ciudadano el acceso a muy buenas fuentes de información que podría ayudar a mejorar la cultura financiera de forma autodidacta. Les animo a que se formen, lean mucho y se pongan en manos de profesionales.