Divisas y política monetaria
AARÓN RODRÍGUEZ Asesoramiento y Gestión Patrimonial en Cross Capital
25-06-2017
A pesar de la subida de tipos en Estados Unidos en diciembre, marzo y nuevamente la semana pasada, el dólar continúa depreciándose contra todo pronóstico, y vuelve a los niveles de octubre. Parece como si la agenda política de Trump para lograr la inflación se hubiera desvanecido y, sin embargo, a diario nos llegan noticias desde el otro lado del charco con alguna nueva ocurrencia del presidente. El tipo de cambio euro/dólar se sitúa en niveles de hace 8 meses a pesar de un Draghi bastante dovish en la reunión de principios de mes; ahora con la labor de definir el calendario de la normalización de la política monetaria vía tapering y con una eventual subida de tipos.
Lo interesante acerca de estos recientes movimientos en divisas es el hecho de que el rendimiento relativo logrado por el euro, no ha sido impulsado como consecuencia de un aumento en las expectativas de subida de tipos –tal y como ocurrió en EE.UU. el año pasado-. De hecho, Europa aún continúa sumida en un programa de flexibilización de política monetaria donde el Banco Central Europeo destina 60.000 millones de euros mensuales en la compra activos financieros. Si enfrentáramos los gráficos del EURUSD con el bund/treasury, podríamos observar cómo en las últimas semanas se ha perdido la correlación de activos; y si además, analizamos la tendencia de las tipos de interés en Estados Unidos, se observa un mal comportamiento del dólar en comparación con sus socios comerciales, a pesar de una tendencia estable/creciente en los tipos de interés.
Así que, si los diferenciales de tipos de interés no están impulsando el dólar, ¿qué está sucediendo? Hay que recordar que el mercado siempre descuenta –salvo cisnes negros, por algo ese nombre- con bastante antelación los movimientos que se producirán en el futuro, y en este caso, el año pasado se generaron fuertes posiciones en favor del dólar ante la expectativa de subida de tipos en contraposición con el euro, que en su conjunto presentaba un entorno macro y político más inestable y de menor crecimiento. Dicho esto, si un inversor toma una gran posición en un activo en concreto –para el caso de las divisas no basta un inversor solo- y se produce un cambio relativamente pequeño en las perspectivas fundamentales, el cierre de la posición terminará por mover el valor, y si estamos ante grandes posiciones, las correcciones pueden llegar a ser significativas. Pero quizás la valoración fundamental sea el motivo más importante para apoyar esta recuperación del euro; según la Paridad de Poder Adquisitivo (PPA), el euro continua estando infravalorado en un 20% en términos de su valor fundamental respecto al dólar, es decir, que un mismo bien se está vendiendo un 20% más barato en euros que en dólares -el método más conocido para calcular la PPA es el índice Big Mac de McDonald’s-.
Ahora que los datos económicos han comenzado a ser más fuertes, tanto a nivel macro como en lo que a resultados empresariales se refiere, y están por encima de las expectativas en la zona euro, y además la incertidumbre política ha disminuido sustancialmente, ha provocado que esta corrección se haya notado tan de repente. Por otro lado, si bien es cierto que la economía norteamericana muestra signos de fortaleza, habría que plantearse si el calendario de subida de tipos de la Fed obedece exclusivamente a una respuesta contra el riesgo de una elevada inflación, o también a minimizar el impacto que tendrá la normalización de su balance –la subida de tipos atrae la inversión hacia renta fija-.