Dificultades para la banca europea
JESÚS RODRIGUEZ, ASESORAMIENTO PATRIMONIAL
26/05/2019
El actual entorno de tipos de interés bajos en la zona euro supone un problema para los ingresos de los bancos europeos. Esta situación se ha agravado desde que en marzo el Banco Central Europeo (BCE) cambiaba su hoja de ruta de manera contundente retrasando la primera subida de tipos, prevista para el tercer trimestre de 2019, hasta finales de año. Sin embargo, el mercado no espera dicha subida de tipos hasta octubre de 2020; además, el BCE anunciaba nuevas inyecciones de liquidez a la banca con el objetivo de fomentar los préstamos a empresas y familias.
Esta situación dificulta a los bancos la ampliación del margen de intereses, que además se ve afectado por otras variables como la presión regulatoria o la inversión necesaria para hacer frente al reto de la digitalización. Deutsche Bank, el mayor banco de la Eurozona, es uno de los afectados por esta situación. El jueves tenía lugar la Junta General de Accionistas y ese mismo día su cotización registraba mínimos históricos. El presidente, Christian Sewing, anunciaba “cambios de gran alcance” en su área de banca de inversión. Sin embargo, ya se realizaron recortes en el momento de su llegada, hace un año, pero por lo visto, dichas medidas parecen no haber tenido el efecto deseado en la cotización de la acción.
Durante el último año el banco ha encadenado un problema tras otro; primeramente, el suspenso de los test de estrés de la Fed, los cuales consisten en cuantificar cómo afectaría a los bancos distintos escenarios económicos desfavorables de cara a tener un mayor control sobre la solvencia de éstos ante crisis financieras. Tras este varapalo, la sede del banco fue registrada debido a sospechas contra el banco en relación con los papeles de Panamá.
El último contratiempo para la entidad ha sido el fin de las conversaciones de fusión con Commerzbank, el segundo banco de Alemania, parcialmente nacionalizado. Sewing fue incentivado por el ministro de finanzas alemán a explorar esta fusión para poner final al, según palabras del propio banco, “círculo vicioso” en el cual se encentran inmersos de reducción de ingresos, gastos fijos, un empeoramiento en la calificación crediticia e incremento en los costes de financiación. Justifican esta ruptura por los costes que supondría la reestructuración y los elevados requerimientos de capital que surgirían a consecuencia del gran tamaño que supondría la integración de ambas entidades. Además, según el presidente es de “máxima prioridad” para ellos crear “valor añadido” a sus accionistas, y han considerado que su plan de transformación y crecimiento orgánico está más en línea con esta prioridad que la fusión.
En contraposición con la cotización de la compañía, el banco ha vuelto a tener beneficios en 2018 por primera vez desde 2014 y, según Sewing, se han cumplido todos los objetivos fijados. Lo anterior pone de manifiesto la necesidad de que la entidad recupere la confianza de los accionistas y su plan de recortes en áreas con bajo desempeño consigan convencer al mercado, así como enfocarse en la búsqueda de valor para los accionistas, de manera que esto se refleje en la cotización de la acción.
A pesar de que la fusión entre ambos bancos se haya frustrado, parece que la respuesta a los problemas de rentabilidad de la banca en Europa viene por la vía de las operaciones corporativas, dando lugar a una mayor concentración del sector, especialmente para mercados muy fragmentados como Italia o Alemania. En España, seguramente también se producirán más movimientos en los próximos tiempos.