Decálogo para elegir un buen asesor financiero
MUNESH MELWANI, SOCIO-DIRECTOR GENERAL DE CROSS CAPITAL
19/02/2023
La cultura financiera en España ha ido mejorando poco a poco con el desarrollo de la industria de los fondos de inversión, especialmente en la última década, marcada por un entorno económico-financiero excepcional en cuanto a la evolución de los mercados financieros, impulsados por unos tipos de interés históricamente bajos, tendentes a cero e incluso negativos durante determinados períodos. Ante la inexistente remuneración de los instrumentos de ahorro tradicionales ofertados por la banca comercial, se ha migrado progresivamente hacia los fondos de inversión, e incluso muchos se han animado a invertir directamente en bolsa. Y es que gracias al fácil acceso a contenidos de calidad vía internet (podcasts, YouTube, documentación, lecturas, etc.) la gente se ha animado a investigar cómo rentabilizar mejor sus ahorros, interesándose más que nunca por el mundo de la inversión.
La inversión es un arte, que necesariamente se va perfeccionando a lo largo de toda una vida. Esta ha de ser la vocación, siempre el largo plazo y no el cortoplacismo que impera en la mayoría de los ahorradores que realizan pruebas a modo de experimentos, y si les sale bien se autoconfían…hasta que llega un año como 2022, en el que un cambio en el sentimiento inversor y la macro, condicionaron la evolución de los mercados, y la subida de tipos más acelerada de la historia trajo consigo un ajuste importante en las valoraciones de los activos financieros, propiciando correcciones superiores al 20% en muchos casos y de más del 50% en muchas compañías cotizadas. Por ello, lo más aconsejable es siempre apoyarse en un asesor financiero.
Hay que tener en consideración siempre que el asesoramiento financiero, tanto en materia de inversión como si es de naturaleza corporativa, es una actividad regulada y supervisada por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Los que pueden prestar este servicio autorizadas por el regulador son: las ESIs (Empresas de Servicios de Inversión), donde se engloban las Sociedades y Agencias de Valores y las EAFs (Empresas de Asesoramiento Financiero), las Sociedades Gestoras de Instituciones de Inversión Colectiva y las entidades financieras (bancos y cooperativas de crédito).
A los principales actores, hay que añadir en los últimos años, las aseguradoras e incluso corredurías de seguros, mútuas…que, al igual que el resto, han visto un filón de negocio, creando incluso sus propias agencias de valores para poder no solo asesorar, sino asumir asimismo mandatos de gestión discrecional o incluso distribuir productos de terceros. A este colectivo se le suma el más numeroso, el de los agentes bancarios, que practican la banca personal e incluso la banca privada o de grandes patrimonios, que cuelgan de los grandes bancos comerciales españoles, o incluso de algunos especializados más pequeños.
Ante tanta oferta de servicios ¿Cómo elegir el asesor financiero más adecuado? Aconsejamos que aplique el siguiente decálogo:
-El prestador del servicio ha de estar inscrito en los registros oficiales de la CNMV. Hay muchos “chiringuitos financieros” operando en España, situación que denuncia y persigue la propia institución.
-El profesional debe estar debidamente acreditado desde el punto de vista académico (con titulaciones homologadas por la CNMV y en vigor), tener una trayectoria profesional contrastable y un código ético incuestionable. Hay mucho “consultor freelance, consejero o coach” por ahí, que realmente no prestan asesoramiento financiero.
-Debe existir un pleno alineamiento de intereses con el cliente, esto es, que el asesor no perciba comisiones de terceras partes por recomendar sus productos de inversión, dado que podría cuestionar su neutralidad a la hora de ejercer su actividad. En definitiva, que practique realmente un asesoramiento independiente.
-Idealmente, que el asesor cuente con una dilatada experiencia en análisis de productos de terceros proveedores, que haya asesorado alguna Institución de Inversión Colectiva, que tenga una metodología rigurosa para esta labor y que pueda explicarla al cliente.
-El origen profesional del asesor resulta un aspecto diferencial, por su grado de conocimiento y expertise: no tiene nada que ver cuando procede de la banca comercial vs cuando viene del ámbito de la gestión de activos, de carteras o de la banca de inversión. Este segundo perfil, resulta mucho más robusto, máxime cuando ha navegado distintos ciclos económicos y ha tenido la responsabilidad de gestionar carteras institucionales o de clientes en diferentes crisis, manejando cientos y miles de millones de euros.
-Que el asesor co-invierta con sus clientes en los productos e instrumentos financieros que recomienda con cargo a su patrimonio personal.
-Actitud y trato: ha de ser humilde en el trato y con una clara predisposición a escuchar, orientar y educar a los clientes. Un “acompañante del viaje” que supone la vida.
-Transparencia y profundidad informativa: desde inicio ha de ser claro con sus honorarios, tarifas y sus conceptos. Asimismo, ha de dominar los informes periódicos que reporta y éstos han de contener información detallada.
-Que cuente con un historial de rentabilidad/resultados destacables y contrastables de unos cuantos años.
-La psicología y el estándar de vida son vitales en esta profesión. Ha de llevar vida saludable, ordenada y mostrar equilibrio emocional.
Dado el tamaño de la comunidad de asesores financieros, que va en aumento, conviene afirmar que la EAF es la figura natural para ejercer el asesoramiento financiero en materia de inversión, sin sesgos comerciales de ningún tipo. En EE.UU. se corresponden con los RIAs (Registered Investment Advisors) y en el Reino Unido con los IFAs (Independent Financial Advisers). En España hay unos 150, en EE UU hay unos 13.500 y en Reino Unido unos 5.500. Resulta llamativa la diferencia: el motivo radica en la cultura financiera de los ciudadanos: en España se viene pensando históricamente que la banca les viene asesorando… y que el ahorro ha de estar depositado allí: craso error.
Recuerden, asesórense bien.