Crisis de confianza en el sector bancario
MUNESH MELWANI, SOCIO-DIRECTOR GENERAL DE CROSS CAPITAL
26/03/2023
La historia nos demuestra que cuando se producen subidas de tipos, algo se rompe, y es que estamos asistiendo al movimiento de endurecimiento de la política monetaria más agresivo de la historia y venimos de un período inédito de 15 años de tipos cero y negativos. Piénselo, deshacer más de una década de inyección continuada de liquidez en el sistema financiero y en la economía real tras la Gran Crisis Financiera, con un plus ante la pandemia, no iba a ser un camino de rosas.
Ya bastante complejo pintaba el panorama para los Bancos Centrales en su objetivo de controlar la inflación y reducirla hasta niveles del 2%, trabajo imposible de alcanzar en este año 2023, pero que va en buen camino de cara al 2024… como para que ahora empezaran a quebrar bancos y otros ser rescatados, primero pequeños y medianos en EE.UU. (Silvergate, Signature y Silicon Valley Bank, First Republic Bank), y ahora también grandes y sistémicos como puede ser Credit Suisse. Las autoridades monetarias deben ser capaces de lidiar de forma paralela como su doble rol: el control de precios y la estabilidad del sistema financiero.
Mientras escribo este artículo, los mercados se cebaban con los bancos cotizados a escala planetaria, que registraban caídas de doble dígito a raíz de una noticia relativa a Deutsche Bank, un banco sistémico sin duda. Y es que el dinero es muy miedoso y a raíz de las quiebras de 4 bancos y 1 rescate en apenas 2 semanas, estamos asistiendo claramente a una crisis de confianza respecto al sector. La noticia fue el anuncio de la entidad alemana de que ejercitaría el próximo mes de mayo la opción de amortización anticipada de sus bonos Tier 2 (subordinados), implicando un menor colchón de capital regulatorio, algo que generalmente los inversores suelen tomárselo bien como una señal de exceso de liquidez, de robustez de los recursos propios y de compromiso con los bonistas. Pues bien, el mercado se lo ha tomado al revés en un ambiente de puro pánico, en el que los diferenciales de crédito de la entidad germana han superado los 500 puntos básicos en los CDS (seguros de crédito), descontando por tanto un aumento en la probabilidad de impago.
Para colmo, saltaba la noticia de que está en curso una investigación norteamericana sobre la posibilidad de que tanto UBS como Credit Suisse hayan estado ayudando a oligarcas rusos para evadir las restricciones impuestas por la comunidad internacional ante la invasión rusa de Ucrania. Este tema ha alimentado el ya de por sí desatado pánico. Y es que se han producido hechos inéditos: (i) mala gestión y gobernanza en el caso de Silicon Valley Bank, que experimentó salidas de depósitos en un día que superaron los 40.000 millones de dólares, un 20% del balance de la entidad, (ii) un rescate privado orquestado por 11 entidades para salvar de una crisis de liquidez al banco regional First Republic Bank inyectándole 30.000 millones, (iii) la habilitación de una línea especial de liquidez por parte de la Reserva Federal para las entidades financieras a modo de préstamo ventajoso con garantía de activos financieros a efectos de prevenir la fuga de depósitos por importe de 165.000 millones, la mayor facilidad desde 2008 en el que se registraron 111.000 millones, (iv) el rescate y compra de Credit Suisse por parte de UBS a un precio simbólico con la intervención estatal regulando la transacción de forma especial, perjudicando a accionistas y bonistas, y (v) ahora Deutsche Bank, que esperemos no llegue a más y no se genere un problema real, dado que ya fue un banco muy ayudado tras la Gran Crisis Financiera y que en teoría se ha venido saneando con los años, pero luego está el dicho: “cuando el río suena, agua lleva”.
Desde luego cuando el pánico se desata y el sentimiento inversor se vuelve muy negativo, el dinero huye y busca destinos más seguros. No hay que olvidar que los depósitos bancarios son en definitiva préstamos a corto plazo que se les hace a los bancos como fuente barata de financiación, a cambio de la cuál retribuyen un tipo de interés. Esta financiación la utilizan para invertir, tanto en créditos para la economía real, como en activos financieros, tales como bonos, acciones, etc. Las subidas de tipos han provocado minusvalías latentes en sus carteras de inversión, por lo que de tenerlas que vender en mercado para dar cobertura a salidas de depósitos de clientes, aflorarían pérdidas, con consecuencias nefastas para sus márgenes de negocio, provocando un impacto negativo en su solvencia. Una situación delicada.
No obstante, lo anterior, vemos los bancos europeos bien capitalizados y con gran respaldo del Banco Central Europeo. Ahora bien, el contagio se produce generalmente a nivel sector y es difícil de controlar la psicología humana, de ahí su fragilidad. Esperemos que impere la cordura esta vez.
Recuerden, el dinero ahorrado e invertido, no ha de estar necesariamente en depósitos bancarios. Existe todo un mundo de instrumentos financieros, incluso más conservadores que evitan asumir riesgos indeseados. Asesórense bien.