Vuelve la prima de riesgo
FRANCISCO J. REYES SÁNCHEZ, FINANZAS CORPORATIVAS
03/05/2020
Si hay un concepto que ha marcado la evolución de los mercados financieros desde mediados de febrero es la volatilidad. Este indicador que mide la variabilidad de los rendimientos (y por tanto de los precios) de los activos financieros durante un período, en definitiva, supone una medida de riesgo, o más bien, de aversión hacia el mismo por parte de los inversores. Y es que la incertidumbre sobre el futuro más próximo es un factor clave que alimenta la percepción de riesgo y hace que las fluctuaciones de valor en los activos financieros aumenten notablemente.
No hay más que ver lo acontecido a lo largo del mes de marzo: los mercados bursátiles internacionales se desplomaron con gran intensidad, haciéndonos recordar los episodios de crisis de los últimos años en los mercados, como la Gran Crisis Financiera desatada en 2008 o la crisis de Deuda Soberana Europea del 2012. Esa semana, el IBEX 35 se dejaba un 20,9% y el DAX, el principal índice alemán, un 20%. Si observábamos índices más amplios, la dinámica era la misma: el EuroStoxx50 referencia en la Eurozona, los acompañaba a un ritmo del 20% y el S&P500 americano a un 8,8%. Hoy, por suerte, la imagen y, sobre todo, los ánimos han cambiado. Las bolsas mundiales han recuperado parte del terreno perdido, pese a que aún acumulan fuertes pérdidas anuales entre el 15% y el 20 % para los principales índices; estas subidas han supuesto un cambio en el ánimo del inversor, en parte impulsado por los resultados empresariales, malos, pero en muchos casos en línea con las estimaciones de los analistas, e incluso, en algunos casos han sido mejores, como en el caso de las tecnológicas americanas. También ha ayudado a que se vayan introduciendo medidas de desconfinamiento y de regreso a la “nueva normalidad”.
En la medida en que el precio de los activos financieros se conforma con la actualización de los flujos de caja futuros, descontados a una tasa de descuento, no hay que olvidar que dicha tasa de referencia suele ser la rentabilidad del tesoro del país correspondiente y según el plazo. Si la incertidumbre hace que la volatilidad de las bolsas aumente, la renta fija tampoco se libra, esto es, las dudas generadas sobre la capacidad de pago de las empresas y de un mayor endeudamiento público, se traduce en un aumento de las primas por riesgo crediticio y por tanto, los bonos también pierden valor, elevándose su rentabilidad.
El caso más representativo de esto último es el caso italiano. Esta semana la agencia de calificación Fitch recortó el rating crediticio a Italia hasta el BBB-, esto es, considera que con la crisis derivada del Covid-19, ha empeorado su capacidad de pago o solvencia. Este hecho supone, además, un mal precedente para el rating español de momento mantenido en A-, pero es el país más golpeado de Europa junto con el italiano y que peores cuentas públicas presentaba antes del comienzo de la crisis sanitaria. A partir de ahora, a Italia le sale más caro financiarse en los mercados de capitales. Se vuelve a hablar de prima de riesgo, que en su caso se ha disparado a 230 puntos básicos, entendida como el diferencial de rentabilidad entre el bono italiano a 10 años vs su homólogo alemán, el Bund. Su endeudamiento, según la agencia, se elevará hasta el 156% de su PIB, lo que supondría un incremento de 20 puntos porcentuales vs el cierre de 2019.
Tras este sorpresivo movimiento, las miradas apuntan ahora a España. No cabe duda de que el impacto negativo sobre la economía real, la inversión empresarial y el desempleo van a ser profundos y dramáticos en ambos países. La clave está en el ritmo de recuperación de la actividad económica, la adaptación a la “nueva normalidad” de las empresas y autónomos y de la efectividad en la aplicación de las medidas monetarias y fiscales. Desde el punto de vista sanitario, es primordial contar con test masivos en la desescalada y con una vacuna que prevenga una nueva oleada de contagios. La cuestión es ahora, si finamente será necesario acudir al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), en la medida en que no vamos a contar con “Coronabonos”, al menos en el corto plazo.