El fondo soberano de Noruega abandona el petróleo
JESÚS RODRIGUEZ, ASESORAMIENTO PATRIMONIAL
10/3/2019
Noruega es el mayor exportador de petróleo y gas de Europa, pasando de ser uno de los países más pobres del Antiguo Continente con una economía basada en la exportación de pescado, a ser uno de los más ricos con una renta per cápita de 75.504 dólares frente a los 28.156 dólares de España. Este cambio en la economía es consecuencia del descubrimiento de inmensas reservas de petróleo en su territorio en 1969. Actualmente, el país es imagen de prosperidad y progreso con una gestión modélica de sus recursos, a diferencia de otros países con grandes recursos naturales gestionados de manera pésima consecuencia de los altos niveles de corrupción, lo cual ha impedido progresos comparables a la economía noruega.
A partir de estos recursos el país creó el fondo de pensiones soberano más grande del mundo, aproximadamente 905.000 millones de euros bajo gestión, con el objetivo de reinvertir los ingresos obtenidos del petróleo y generar altos rendimientos a largo plazo. El fin último de este fondo fue dotar de un margen de maniobra al país en caso de caídas en los precios del petróleo, así como para hacer frente a los desafíos del envejecimiento de la población y evitar la “enfermedad holandesa” la cual afecta a países con un gran nivel de exportaciones y se caracteriza por la apreciación de la moneda provocando una pérdida de competitividad de las exportaciones no petroleras, así como incrementos en la inflación. El fondo está diseñado para invertir en el largo plazo, pero de manera que sea posible hacer retiradas de capital para hacer frente a determinadas necesidades del país. A pesar de su nombre (Fondo Gubernamental de Pensiones), el fondo no tiene pasivos de pensiones, ya que aún no han decidido cuando utilizar el patrimonio del mismo para cubrir el gasto de las pensiones.
En 2017, el Banco Central de Noruega (Norges Bank), responsable de la gestión del fondo a través de su gestora (Norges Bank Investment Management), planteó deshacer todas las inversiones en empresas de gas y petróleo, afectando a algunas de las petroleras más conocidas, pues a final de año, el fondo tenía 37 billones de dólares invertidos en empresas de este sector, incluyendo más de un 2% de Royal Dutch Shell Plc, BP Plc and Total S.A. No obstante, lo anterior, fue el pasado viernes, cuando se sometía a votación la aplicación de esta medida obteniendo una mayoría favorable.
Debido a la relación que tiene la economía con el petróleo, la medida supone una reducción de la exposición que tiene el país a los ingresos provenientes del hidrocarburo, ya que esta exposición adicional es ineficiente frente a fluctuaciones a la baja en los precios del petróleo como sucedió en el último trimestre de 2018.
El Banco Central insiste en el que plan solo tiene en cuenta aspectos financieros y no supone una visión sobre el futuro de la industria. Sin embargo, muchos activistas han aplaudido la medida, interpretándola como un gran avance en la lucha contra el cambio climático y la adaptación a la transición energética. De hecho, por paradójico que parezca, Noruega ha logrado conseguir un balance entre la extracción de hidrocarburos y la protección del medioambiente, siendo líder en políticas medioambientales.
Dejando a un lado lo anterior, desde un punto de vista estrictamente financiero, la medida pone de manifiesto la importancia de diversificar el patrimonio y evitar invertir en activos estrechamente relacionados con nuestra principal fuente de ingresos, de esta manera se evita duplicar el riesgo y comprometer patrimonio, como ha hecho Noruega con el fin de proteger el patrimonio de las futuras generaciones del país.