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La complacencia de los mercados

AARÓN RODRÍGUEZ Asesoramiento y Gestión Patrimonial en Cross Capital

 

25-02-2018

La reciente corrección en los mercados de renta variable y la caída en precio de la deuda pública desde comienzos del año, ha propiciado una fase turbulenta que ha interrumpido el escenario utópico al que los inversores se estaban acostumbrando. El índice VIX (volatilidad) subió por encima de 37, un nivel no visto desde 2015.

En 2017, el índice S&P 500 registró una evolución positiva todos los meses del año con una volatilidad excepcionalmente baja -dieciocho de los veinte niveles más bajos del VIX de los últimos 20 años se registraron en 2017- y la complacencia del mercado llevó a muchos inversores a ignorar las alertas de valoraciones extremas. Después de la fuerte corrección en el mercado de acciones y el reajuste de los rendimientos de la deuda a las mayores expectativas de inflación, la pregunta principal qué debemos hacernos es: ¿continuarán las condiciones que han respaldado la larga fase de crecimiento de los activos?

Es probable que el escenario de crecimiento global sincronizado se mantenga, e incluso se acelere, con algunas buenas noticias de gasto de capital y un repunte en el comercio mundial, pero las perspectivas de los bancos centrales son cada vez más desafiantes. Éstos han desempeñado un papel poderoso en la narrativa de “Ricitos de Oro” (ni demasiado fría ni demasiado caliente), y una posible retirada del Banco Central Europeo (BCE) o del Banco de Japón (BoJ) de sus programas de estímulo masivos -que ya no son coherentes en un escenario de fuerte crecimiento- podría desencadenar otros episodios de turbulencia en el mercado. A este respecto, la volatilidad estuvo claramente ausente en 2017 y la complacencia del mercado influyó en parte en el juicio de los inversores. Si bien valoramos las mejoras estructurales de las economías, el fuerte crecimiento de las ganancias empresariales, visible en muchas áreas y el progreso muy significativo de los mercados emergentes en términos de reequilibrio, observamos que la actitud de los mercados es a menudo asimétrica, favoreciendo las noticias amistosas y haciendo caso omiso de los riesgos.

El riesgo geopolítico se ha ignorado completamente. Las preocupaciones sobre los desequilibrios a medio plazo, como el aumento continuo de la deuda total o la mala asignación del capital causada por los tipos de interés artificialmente bajas, se han ignorado y es probable que no se aborden durante algún tiempo. Una combinación de condiciones financieras laxas, crecimiento global y confianza, han llevado a los mercados a valoraciones altas. Es probable que los inversores se enfrenten a condiciones más convulsas, en las cuales las perspectivas económicas seguirán siendo favorables, pero donde algunas clases de activos de valoraciones elevadas y la exuberancia de algunos mercados, los harán más susceptibles a nuevas correcciones.

La gestión del riesgo y una diversificación efectiva, se convierten en prioridades en este nuevo entorno. El peor escenario con el que podríamos encontrarnos sería experimentar  un fuerte aumento en los tipos de interés y una venta masiva de acciones, en un mercado con baja volatilidad y alta complacencia, algo que no esperamos que suceda ante la vigilancia de los bancos centrales, pero estos movimientos responden generalmente a episodios puntuales que tienen más que ver con la psicología de los inversores. Las correlaciones de las clases de activos también podrían verse alteradas en este contexto. Por lo tanto, resulta crucial buscar estrategias de inversión que preserven el capital de los inversores en cualquier circunstancia y establecerlas ahora, cuando las condiciones financieras son benignas y no se han producido movimientos de masas, que en ocasiones restringen la liquidez de los mercados. Estaremos como siempre vigilantes.