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“Cataclismo”

AARÓN RODRÍGUEZ Asesoramiento y Gestión Patrimonial en Cross Capital

 

08-10-2017

Comenzaré el artículo citando un tweet: “Fue desenterrar a Dalí y volverse todo surrealista”. Los españoles estamos viviendo unos días muy amargos debido al proceso secesionista unilateral e ilegal iniciado en Cataluña. Algunos prefieren denominarlo “Catalexit”; otros “Cataclismo”.

Si bien no se va a entrar en política, sí se hará en el asunto que más inquieta a cualquier ciudadano, independientemente de su ideología u opinión: el dinero. Y es que a lo largo de esta semana, quien más y quien menos ha escuchado o conoce algún conocido que ya ha sacado sus ahorros de los bancos que venían teniendo su domicilio social en Cataluña. Esto es así debido al hecho de que, ante una hipotética declaración de independencia, el dinero pasaría a estar automáticamente fuera del paraguas del BCE, quedándose en una especie de limbo de consecuencias jamás previstas; ningún organismo reconocido podría responder en defensa sus clientes, quienes verían cómo su dinero es empleado por los secesionistas para financiar la constitución del nuevo Estado. Obviamente no sería la primera vez que un país se independiza, pero lo que está sucediendo recuerda más a la región de Crimea –finalmente anexionada a Rusia- que a Escocia.

Y hablando de Escocia. Aunque el plebiscito realizado por aquel entonces contaba con el visto bueno del gobierno, los bancos domiciliados en Escocia, Royal Bank of Scotland (RBS) y Lloyd’s Bank, emitieron un comunicado en los días previos al mismo, comunicando a clientes e inversores que, en caso de que ganara el sí a la independencia, se verían obligados a relocalizar la empresa y su actividad operativa. ¿Por qué? Pues porque el nuevo escenario –por muy bien atadas que se tuvieran las cosas- hubiera afectado negativamente a nivel fiscal, monetario, legal, regulatorio y de calidad de la deuda crediticia de las entidades financieras localizadas en dicha región.

Sin entrar a valorar si la actuación del Gobierno central para frenar la sedición llega tarde y mal, lo que es evidente es que la inacción por parte de las dos entidades catalanas desde el anuncio del referéndum ilegal refleja de manera fidedigna, no solo ya la cuestionable gestión sino también la posible falta de responsabilidad a la hora de controlar el problema. La seguridad jurídica que proporciona el BCE para las entidades es tal, que incluso entidades como Nordea Bank, actualmente domiciliada en el sexto mejor país del mundo –según la revista US News-, Suecia, ha propuesto trasladar su sede a Finlandia con el objetivo de situarse en la zona euro y estar bajo la supervisión del organismo que dirige Draghi. Si alguien preguntara cómo se debería ordenar a los diferentes activos en función de su nivel de riesgo, la liquidez y el mercado monetario serían claramente los activos menos arriesgados. Por ello, no se entiende que las entidades catalanas no presentaran planes de contingencia con antelación; la tensión generada entre depositantes, en su mayoría personas con una elevada aversión al riesgo o empresas que exigen garantías de disposición de esa liquidez, ha dañado gravemente su imagen.

El jueves, esta banca catalana se pronunciaba y echaba por tierra todo el proyecto de independencia. Uno confirmó el traslado de su sede social a Alicante, con lo que sus depositantes ya pueden relajar los nervios: el Fondo de Garantía de Depósitos español actuaría en su defensa –recordemos siempre el límite de los 100.000 euros por depositante y entidad-, y el otro anunciará el cambio de domicilio en el caso de que se produzca una declaración unilateral de independencia. Si el dinero es la sangre que circula por las venas de la economía, la banca es su corazón.