¿Por qué no cae el S&P 500?
AARÓN RODRÍGUEZ Asesoramiento y Gestión Patrimonial en Cross Capital
03-09-2017
Estos primeros siete meses del año han desafiado a las expectativas de una fuerte reactivación de la economía mundial, así como reforzado la importancia de adoptar un enfoque práctico y medido a la hora de invertir. El crecimiento global se ha situado por encima de la tendencia, y la ruptura de un mercado alcista que esperaban muchos inversores aún no se ha producido; el S&P 500 se ha revalorizado un +10,4% en lo que va de año y Europa, que ya ha dejado atrás el grueso de la incertidumbre que pesaba sobre la continuidad de la Unión Europea, tan sólo un +4,6%.
¿Una posible explicación a esta subida? Un entorno macro y micro de EE.UU. favorable, si bien los datos recientes de inflación en EE.UU. han decepcionado y esto está complicando la decisión de la Fed de subir los tipos de interés. Como consecuencia de ello, y a pesar de haber incrementado las tasas hasta en dos ocasiones este año, la rentabilidad del bono estadounidense a 10 años se encuentra en el nivel más bajo del año. Por lo tanto, y en contra de todas las expectativas, el rally de renta variable en 2017 se podría decir que ha venido impulsado por los tipos de interés y los resultados empresariales, más que por el crecimiento económico. Dicho esto, ¿continuará la Fed subiendo los tipos oficiales? Los mercados así lo descuentan, y fijan su vista en la reunión de diciembre como fecha clave. A medida que las decisiones de política monetaria dependen del doble mandato que tiene encargado la Fed, esto es, maximizar el nivel de empleo y lograr la estabilidad de precios, los inversores se han centrado exclusivamente en los datos del mercado de trabajo y la inflación.
El crecimiento del empleo ha estado mejorando consistentemente en 2017. El dato de las nóminas no agrícolas del mes de julio superó las expectativas con 209.000 trabajos durante el mes y nos encontramos ante un mercado de trabajo robusto, con una tasa de desempleo del 4,3% en Julio -el nivel más bajo de los últimos 10 años-. No obstante, si bien el ritmo de crecimiento del empleo es impresionante, la clave estará en centrar los esfuerzos para hacerlo sostenible. Según los datos recogidos por la oficina de trabajo de EE.UU., el 88% de las nuevas contrataciones tuvo lugar en el sector servicios, en línea con el promedio de los últimos cinco años, por lo que merece la pena monitorizar la evolución de una economía más orientada a este sector.
La fortaleza en el mercado de trabajo podría ser considerada como un objetivo cumplido por parte de la Fed, pero es la inflación la que hace que una subida de tipos en diciembre sea cada vez más cuestionable. Los datos recientes de inflación no han alcanzado las expectativas (1,7% último dato de julio) y esto puede ser interpretado por muchos inversores como una visión algo pesimista de la economía, que lleva creciendo 8 años consecutivos a un ritmo saludable. Sin embargo, es importante considerar que las expectativas de inflación actuales parten de cálculos un tanto desfasados. Las tendencias seculares han estado rediseñando los impulsores subyacentes de la inflación, y eso requiere que nos adaptemos y modifiquemos la forma a través de la cual diseñamos nuestras expectativas. Las nuevas tecnologías están irrumpiendo en los comportamientos de consumo (véase por ejemplo la economía colaborativa) y reduciendo los costes de fabricación, creando una poderosa fuerza deflacionaria sobre los precios de los bienes.
La aparición de esta nueva dinámica de inflación aún no ha sido plenamente reconocida, por lo que es poco probable que la Fed logre alcanzar la meta del 2% de inflación de forma sostenida en este contexto. Esta situación, junto con un mensaje tranquilizador de la Fed que está normalizando su balance de forma progresiva, hace que una subida de tipos en diciembre sea no del todo cierta si los recientes “débiles” datos de inflación continúan.