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AARÓN RODRÍGUEZ Asesoramiento y Gestión Patrimonial en Cross Capital
07-08-2016
Tiempo después del Brexit, en Inglaterra se está viviendo un purgatorio económico. Los partidarios del sí a la salida del Reino Unido de la UE, están esperando a una revitalización democráticaTiempo después del Brexit, en Inglaterra se está viviendo un purgatorio económico. Los partidarios del sí a la salida del Reino Unido de la UE, están esperando a una revitalización democrática de la economía, mientras que los partidarios del no, comparten la idea de “pequeña Inglaterra” en un mundo globalizado y temen que su economía se quede aislada y, por tanto, deprimida. Sin embargo, la opinión que más importa en este caso, es la del Banco de Inglaterra (BoE por sus siglas en inglés). El mercado ha asimilado la noticia del Brexit y se ha adaptado: la libra se ha depreciado, en bolsa han ganado las empresas exportadoras, y la rentabilidad de los bonos gubernamentales del Reino Unido caen a niveles históricos.
Previo al Brexit, la economía tenía un bajo nivel de desempleo, un fuerte crecimiento de los salarios, y estaba viviendo un boom en el consumo, tal y como lo ejemplifica el récord en déficit comercial. En términos sencillos, el Reino Unido era una economía sana, operando a su capacidad máxima, que se ha pegado un tiro en el brazo, desde el punto de vista fiscal, monetario y de las perspectivas de tipo de cambio. La economía va a experimentar una cierta desaceleración potencial en los próximos dos años y medio, debido a que se especula la implementación de barreras al comercio entre la Unión Europea y Reino Unido. A esto hay que sumar un deterioro en la inversión y la pérdida de la confianza del consumidor, antes del fin del periodo para la salida material. Sin embargo, la imagen de los datos macros que se puedan proyectar durante este tiempo pueden suponer un espejismo. La lógica indica que, previo a la materialización del Brexit, cualquier empresa exportadora, pensemos por ejemplo en un fabricante de automóviles, producirá a plena potencia antes de que se cumpla el plazo y se incrementen las barreras comerciales, especialmente teniendo en cuenta la caída de la libra. Así, parece que los exportadores de Reino Unido gozan de una gran posición hasta la primavera de 2019.
El jueves pasado, el BoE se enfrentó a la difícil decisión de ampliar las medidas expansivas, después de no haber tomado acción alguna hace apenas unas semanas, fundamentando la razón en la prontitud para valorar los efectos reales del sí a la salida, efectos que comenzaron a plasmarse en los últimos datos macroeconómicos publicados previos a la comparecencia, donde los tres motores de la economía (servicios, industria y construcción) registraron la mayor caída en años, siendo determinante la alarmante caída del PMI del sector servicios (supone un 80% del PIB de Reino Unido).
La entidad finalmente ha decidido tomar el pulso a la situación y recortar los tipos en 25 puntos básicos, hasta el 0,25%, aumentar el programa de compra de bonos soberanos en 60.000 millones, hasta los 435.000 millones de libras; y aprobar la compra de bonos corporativos por importe de 10.000 millones de libras.
Resulta irónico recordar, cómo hasta hace un par de meses, el Reino Unido era señalado como claro candidato a una subida de tipos, tras lograr con éxito un crecimiento del PIB que refrendaba la buena marcha de la economía con datos trimestrales al alza consecutivos; a entrar en un juego similar al de otros bancos centrales, en cuanto a qué decir, cómo hacerlo, cuándo y durante cuánto tiempo.