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La amenaza arancelaria de Trump

JORGE CASTILLO, TRAINING – CROSS CAPITAL

09/02/2025

La nueva administración Trump no ha dejado a nadie indiferente desde su toma de posesión. Desde entonces, no ha tardado en anunciar medidas que había prometido en campaña en materia de política migratoria, cambio climático y comercio internacional.

En lo que respecta a estas últimas, el líder republicano ha anunciado la imposición de aranceles del 25% a Canadá y México y de un 10% a China, con efecto a partir del pasado 4 de febrero. Estas medidas acarrean significativas implicaciones económicas, más si cabe, considerando que estas naciones representan alrededor del42% del total de las importaciones estadounidenses.

Las consecuencias inmediatas del anuncio han sido la apreciación del dólar y la depreciación de las divisas de los socios comerciales, al esperarse una menor demanda de productos extranjeros y un aumento de la demanda nacional. Del mismo modo, se podría esperar aumento del precio del oro, como activo refugio, ante un potencial repunte de la inflación.

Sin embargo, como puntualizó Newton en su tercera ley: “cada acción conlleva una reacción igual y en el sentido contrario” y la respuesta de estos socios comerciales no se hizo esperar. Más allá del descontento público por parte de estos países, Canadá y China anunciaron aranceles de la misma magnitud para los Estados Unidos. ¿Será este el inicio de una guerra comercial duradera a escala global?

La respuesta corta es que no. Por lo menos no en los próximos 30 días, pues la puesta en marcha de estas medidas para Canadá y México se han postergado un mes. Esto quiere decir que las medidas han tenido el efecto deseado, pues la administración las justificaba como una llamada de atención para que el país azteca refuerce su seguridad fronteriza y que la nación canadiense aborde con mayor determinación el control del tráfico de fentanilo. Por tanto, creemos que estos aranceles persiguen principalmente fines de negociación.

Si finalmente terminasen entrando en vigor. ¿Qué implicaciones tendría sobre la economía estadounidense?Para empezar, es preciso entender que los aranceles son una herramienta de política fiscal cuyo impacto es similar al de una subida del tipo impositivo, aumentando los ingresos fiscales y, en última instancia, perjudicando a los consumidores.  Dicho esto, es una fórmula de apoyo para financiar el déficit fiscal.

La imposición de aranceles supone que los productos que entran a la nación desde el exterior han de pagar una prima extra, lo que aumenta los costes de los productores. Esto deja dos escenarios posibles: normalmente, se transfiere el importe del arancel al consumidor a través de una subida de precios para mantener los márgenes, aumentando el precio de los productos.  O bien, los productos cuya demanda es elástica verán como pierden competitividad frente a las alternativas nacionales que suponen un menor coste para el consumidor.

En el supuesto de que fuesen permanentes los aranceles, su impacto a nivel económico en la nación estadounidense estaría lejos de ser desastroso. Es probable que EE. UU no consiga evitar una contracción del consumo que mermaría su crecimiento a corto plazo. Sin embargo, a largo plazo su industria desarrollaría productos sustitutos a los importados que limitaría el efecto negativo en su PIB.  Por otro lado, México y Canadá gozan de un superávit comercial respecto a Estados Unidos, y la reducción de sus exportaciones afectarían considerablemente sus proyecciones de crecimiento más próximas. En contraste, el impacto en China sería menor, aunque se vería afectado por una hipotética ralentización de la demanda mundial.

Teniendo en cuenta lo anterior se trata de una política que puede llegar a tener sentido si se busca reforzar la competitividad de una industria a nivel nacional, pues incentiva a nacionalizar las cadenas de suministros. Esto refleja la naturaleza proteccionista de esta medida y está acorde con el discurso electoral del presidente Trump y su política comercial America First”. 

En lo que a Europa respecta, Trump amenazó con establecer aranceles de hasta el 20 % con el objetivo de reducir el superávit comercial europeo con la potencia americana. Además, cuenta con motivaciones añadidas como la de aumentar el gasto armamentístico de los países europeos al considerarlo insuficiente. Nuevamente, esta medida sería un medio para influir en la consecución de este fin.

Finalmente, el poderío económico estadounidense lo deja bien posicionado para utilizar los aranceles como herramienta de negociación. Del mismo modo, tendría capacidad para resistir los impactos económicos de las medidas. Por tanto, parece estar claro quién establece las reglas del juego, o al menos lo intenta.