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Vehículo autónomo ¿realidad o ficción?

JORGE BAUER, TRAINING – CROSS CAPITAL

20/10/2024

Los vehículos autónomos (AVs) han estado en el horizonte tecnológico durante décadas, prometiendo transformar radicalmente la manera en que nos transportamos y experimentamos la movilidad.

La característica básica de poder operar sin la intervención de un conductor, junto con la posibilidad de optimizar el tráfico, mejorar la seguridad vial, reducir las emisiones y liberar tiempo para los pasajeros, ha convertido a esta tecnología en uno de los desarrollos más esperados tanto por la industria automotriz como por los gigantes tecnológicos, haciendo que numerosas empresas lleven años trabajando e invirtiendo miles de millones de dólares en su investigación y desarrollo con el fin de convertir a los vehículos autónomos en una realidad comercial masiva.

Uno de los ejemplos más recientes a este respecto, ha venido de la mano de la empresa americana Tesla, que a través de su evento realizado la semana pasada “We, robot”, presentó los últimos avances en esta tecnología, que tienen como objetivo final crear un futuro cada vez más autónomo, sostenible y accesible para la mayoría de las personas mediante el lanzamiento de tres productos autónomos: un vehículo biplaza denominado  “RoboTaxi” o “Cybercan” , un vehículo de pasajeros o mercancías llamado “Robovan” y un robot asistente denominado “Tesla bot”.

A pesar de lo revolucionaria que viene a ser la idea, la presentación dejó a muchos analistas preguntándose si los avances mostrados estaban a la altura de las expectativas, ya que como se vieron en videos posteriores, el “Tesla bot” no era completamente 100% autónomo y, los vehículos fueron circulados en un entorno cerrado y controlado lo que no permitió evaluar objetivamente los avances.

Además de Tesla, hay muchas otras empresas en la industria que siguen avanzando en el desarrollo del vehículo autónomo como Waymo (de Alphabet), Cruise (de General Motors) o Aurora (mayor accionista Uber), entre otros, las cuales llevan años probando sus vehículos autónomos en entornos reales, y han posicionado sus tecnologías como más maduras y, en algunos casos, más cercanas a la comercialización a gran escala.

Todo este entorno de innovación ha hecho que los inversores presten cada vez más atención a esta tecnología y analicen la mejor manera tomar posiciones: de una forma más directa a través de inversiones en aquellas empresas que consideran que pueden ser las primeras en desarrollar esta tecnología, o bien, de forma más indirecta en industrias que pueden verse favorecidas por los coches autónomos como puede ser el caso de empresas de “economía colaborativa” como Uber.

Sin embargo, a pesar del aumento cada vez mayor de noticias al respecto, especialmente después de la promesa de que la inteligencia artificial será un punto de inflexión, para que los coches autónomos se implementen a gran escala, es necesario que se alineen un número significativo de elementos, como pueden ser los tecnológicos, regulatorios de infraestructura, entre otros, lo que puede hacer que esta tecnología requiera mucho más tiempo del previsto para su implementación.

Desde el punto de vista de la inversión, el coche autónomo presenta muchas oportunidades, aunque también riesgos, por lo que, si se es un inversor conservador, la tesis de inversión en estas empresas no debería basarse exclusivamente en que esta tecnología se lleve a éxito de forma masiva, sino que la creación e implementación de los AVs debería ser complementaria o accesoria a otras actividades de la compañía en la que se invierte, preferiblemente contando con un margen de seguridad por si la inversión acaba no siendo la acertada.