El patrimonio financiero vive un año convulso
PUNEET VASWANI, ASESORAMIENTO Y GESTIÓN PATRIMONIAL
04/09/2022
Este 2022 está suponiendo una encrucijada para todo tipo de inversores, donde sólo unos cuantos gestores y profesionales se han salvado de las caídas en las distintas clases de activos al abogar por una combinación de efectivo y activos ligados a la energía, por aplicar una gestión muy activa o bien, por posicionarse en favor de una caída del mercado. Nos quedan cuatro meses por delante para cerrar este ejercicio y son pocos los que sacan cuentas logrando rentabilidades positivas, sobre todo, los grandes gurús de distintas estrategias alternativas, que tanto valor han aportado. Con la subida de tipos más rápida de los Bancos Centrales en 30 años y una política restrictiva que aún desconocemos cuánto durará – como parte de la estrategia para atajar la inflación y reestablecer así la estabilidad de precios, para conseguir que la inflación converja de nuevo al objetivo del 2% – los mercados no han hecho más que sufrir, máxime en el convulso contexto geopolítico en el que estamos inmersos.
Históricamente, los períodos de subida de tipos son etapas en las que las Bolsas a nivel mundial normalmente sufren, y una vez termina la escalada en los tipos de interés, tienden a normalizarse. Claro que, todo ello pasa si el entorno económico-financiero acompaña. Actualmente estamos en una fase que nunca se ha vivido anteriormente y, a pesar de que los mercados tengan memoria y se repitan ciertos patrones en el tiempo, lo cierto es que nunca hemos pasado por: una pandemia, más de una década de políticas monetarias ultra expansivas, y posteriormente, una inflación desbocada. Todo ello, además, acompañado de los distintos conflictos geopolíticos que nos rodean (guerra de Rusia-Ucrania y las tensiones que se han ido acrecentando entre China y Taiwán).
Allá por el mes de marzo, algunos índices europeos junto con el NASDAQ 100 entraron en el territorio de mercado bajista, acompañándolo el S&P 500 en el mes de junio. Este hito, supuso una destrucción de valor de entorno a un 25% del patrimonio invertido globalmente. Teniendo en cuenta las caídas solo del primer semestre del año, el selectivo norteamericano S&P 500 perdió desde máximos, la friolera de 10,14 billones de dólares en términos de capitalización. Si lo comparamos con el anterior mercado bajista, registrado entre julio de 2007 y marzo de 2009, se llegó a destruir valor por 8,04 billones de dólares, por lo que este 2022 se lleva el récord. En este sentido, tiene lógica que, en términos absolutos se destruya más valor ahora que hace una década, puesto que las compañías cada vez generan más beneficios y ganan más, aumentando sustancialmente su capitalización de mercado. En términos relativos, la crisis del 2008 se cebó con un desplome del 56%, y en esta ocasión, el mayor descenso del S&P ha sido de un -23,55% (de momento), mínimo alcanzado a mediados de junio. Por su parte, en Europa el índice Stoxx 600 se había dejado hasta junio entorno a 3 billones de dólares de capitalización, mientras que, a nivel global, representado por el selectivo MSCI World, la corrección fue de 20,5 billones de dólares al cierre del semestre. Con todo, la destrucción de valor para los inversores ha sido ciertamente relevante, y es por ello aconsejamos prudencia.
Para lo que resta de año, esperamos un entorno complejo, en el que resulta clave dar con la tecla e invertir con precaución. Seguirá estando muy marcado por la crisis energética y los precios de las materias primas, en el que la volatilidad seguirá presente en los mercados, si bien es cierto que puede ser nuestra aliada y podemos convertirla en una oportunidad a largo plazo, puesto que permite construir posiciones que, ampliando nuestro horizonte temporal, podrán resultar inversiones muy rentables a futuro.
Más allá de la macro, la diversificación es importante, y en materia de fondos de inversión, resulta crucial delegar nuestros ahorros en gestores de calidad, que inviertan en compañías que generen valor, con visibilidad de los flujos de caja y balances sólidos, cuyo negocio sea resiliente y ajeno a los vaivenes de los mercados. Desde el año pasado, venimos recomendando acumular una posición de liquidez para aprovechar oportunidades de mercado con vocación de largo plazo, pues va siendo el momento de comenzar a construir cartera de forma selectiva.