Greenwashing vs inversión sostenible
VALERIE LEWIS BENTO, SOPORTE DE NEGOCIO
26/09/2021
Los datos, la información disponible y los cálculos, juegan un papel importante en el ámbito de la inversión. Mediante el análisis de estos, los inversores pueden comprender mejor los riesgos a los que se exponen y construir carteras que se posicionen de manera relativamente eficiente en su balanza riesgo-beneficio. Los avances tecnológicos recientes, la disponibilidad de la información y el enorme salto experimentado en la capacidad analítica de los datos, han permitido un mejor entendimiento de los riesgos y el establecimiento de expectativas de rentabilidad más precisas.
Inicialmente, se pensaba que simplemente limitando la exposición de las carteras a aquellas empresas o instrumentos, que estuviesen relacionadas con las emisiones de carbono sería suficiente; sin embargo, ha sido una cuestión en la que se ha seguido profundizando, hasta la aprobación del Proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética e iniciada ya su tramitación en el Senado -y recién constituido el grupo de expertos para una reforma tributaria integral-, ya no hay excusas para no abordar una fiscalidad verde en España de manera consistente y uniforme. El Reglamento sobre la Divulgación de Información relativa a la Sostenibilidad en el sector de los servicios financieros (conocido por sus siglas en inglés, SFDR), que entró en vigor el 10 de marzo de 2021, complementa la normativa actual por la que se rigen los creadores de productos financieros y aquellas empresas que asesoran sobre los éstos.
Los inversores continúan en la búsqueda de opciones de inversión sostenibles. Las nuevas inversiones en fondos sostenibles se duplicaron con creces en 2020 en comparación con 2019, alcanzando un récord de 51.000 millones de dólares, según la firma de análisis de inversiones Morningstar. Pero cómo de sostenibles son realmente ciertos fondos es un tema de debate. Una de las principales críticas a las inversiones que tienen en cuenta las prácticas ambientales, sociales y de gobernanza de las empresas, llamadas inversiones ASG, es que realmente no existe una inversión verdaderamente sostenible.
Este interés creciente no ha venido solo conforme han ido aumentado las opciones verdes, en paralelo, también ha crecido el marketing alrededor de esta tendencia. En lugar de adoptar actuaciones significativas y contrastables contra el cambio climático, muchas empresas están simplemente haciéndole un “lavado verde” (greenwashing) o alegando falsas afirmaciones sobre la sostenibilidad de sus productos de inversión, para aumentar sus ganancias con esta nueva tendencia popular. De ahí la importancia de que los inversores hagan investigaciones y lecturas profundas de los folletos de los productos ASG en los que están interesados, conociendo bien el objetivo de éstos, el listado de las compañías en los que están invertidos y cómo contribuyen a la sostenibilidad, de forma que les permita tomar una decisión informada sobre si está alineada o no con sus valores y principios.
Ninguna inversión va a solucionar por sí sola el cambio climático. Pero animamos a los inversores que se preocupan por la sostenibilidad, a apoyarse en el asesoramiento profesional regulado, de forma que colectivamente podamos entre todos velar en serio por la sostenibilidad del planeta.