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Depósitos bancarios y otros terrores nocturnos

CRISTINA JEREZ, MARKETING Y DESARROLLO DE NEGOCIO
17/05/2021

Como si de una pesadilla financiera se tratase, el ahorro de las familias se encuentra atemorizado y ha decidido refugiarse en los depósitos bancarios. No es de extrañar, la incertidumbre económica que ha rodeado a la pandemia de la Covid-19 se ha convertido en un verdadero “monstruo”, generando miedo y, por tanto, el bajo riesgo de estos productos ha atraído a muchos. Lo que ocurre es que, como en toda pesadilla, el lugar de refugio esconde un peligro: la escasa o nula rentabilidad de este producto financiero en este contexto de tipos de interés, que junto con el impuesto silencioso de la inflación se come, poco a poco, los ahorros de los españoles.

Según los datos publicados por el Banco de España, en nuestro país hay 923.000 millones de euros de familias residentes en depósitos a cierre de marzo de 2021. Los hogares llevan varios años aumentando su inversión en este tipo de producto de inversión tradicional. En 2015, la cifra se situaba en 754.300 millones. Sin embargo, el año de la pandemia aceleró este crecimiento, traspasando por primera vez la barrera de los 900.000 millones y aumentando un +7,5% respecto a 2019, lo que supone 63.900 millones más. Las empresas no financieras que invierten en este producto, por su parte, a cierre de 2020 también aumentaban en un +14% el ahorro en depósitos, aunque desde el pasado verano, las variaciones intermensuales van fluctuando en función de las necesidades de liquidez, a diferencia de los depósitos que dependen del patrimonio de las familias españolas que, prácticamente, han crecido todos los meses desde el inicio de la pandemia. En conjunto, hogares y empresas residentes, acumularon un patrimonio de 1.204.000 millones en depósitos, de los que 30.082 millones se circunscriben a Canarias.

Si las empresas y los hogares confían tanto en los depósitos bancarios, ¿por qué son éstos una mala opción para salvaguardar nuestros ahorros? Muy sencillo, para las familias españolas la tasa de interés -es decir, la rentabilidad que le remunera mantener ese patrimonio en un depósito- se sitúo de media en torno al 0,02%. Es decir, 20 céntimos brutos de ganancias por cada 1.000 euros depositados por el cliente. Hace 10 años, por cada 1.000 euros el cliente percibía 15 euros, con un tipo de interés en torno al 1,5% de media y, en máximos históricos, alcanzados en 2008, alcanzaba un 5%, con 50 euros por cada 1.000€ depositados. Mientras ese patrimonio de las familias se encuentra depositado, prácticamente sin remunerar, la inflación crece. En los últimos 10 años, la inflación ha crecido un 13,3%. Para las empresas, la situación es aún más complicada, dado que la banca llega a cobrar a las mismas, cuando éstas contratan un depósito de altas cantidades, aplicando un tipo de interés negativo.

La situación de los depósitos se explica por el contexto de tipos negativos iniciados en 2008 tras la Gran Crisis Financiera y agravados en 2020 por los efectos de la crisis de la Covid-19. Los Bancos Centrales han recortado varias veces los tipos de interés desde 2008, alcanzando tipos de interés negativos. Esto significa que, el BCE y sus homólogos, no pagan rentabilidad a los bancos que depositan el dinero en ellos, sino que, por el contrario, les cobran. El objetivo es obligar a que el dinero circule, se preste a través de los bancos y termine canalizándose hacia compras (consumo) e inversión. Los efectos de las bajadas de los tipos por parte de lo Bancos Centrales son múltiples. En lo que a depósitos se refiere, destaca el escaso atractivo de este producto, siendo preocupante el hecho de que el patrimonio en depósitos de las familias aumente.

Un reciente estudio de la CNMV, Educación financiera y decisiones de ahorro e inversión, destaca que, de media, los españoles puntuamos 6 sobre 10 en conocimientos financieros. A su vez, relaciona la mayor cultura financiera con una mejor toma de decisiones relativas al ahorro y la inversión y mayor probabilidad de inversión en productos financieros. No cabe duda, de que la educación y la cultura financiera debe formar parte de la agenda política de nuestro país. Solo con ciudadanos formados podremos vencer situaciones tan paradójicas como la de los depósitos: la aversión al riesgo, un perfil ultraconservador y el desconocimiento de las alternativas de inversión, lleva a las familias a la boca del lobo, esto es, a perder poder adquisitivo a través de un instrumento de ahorro no rentable, una “pesadilla”.

No cabe duda de que una buena forma de afrontar este y otros terrores nocturnos es contar con un asesoramiento financiero profesional e independiente. Los asesores de las EAFs (Empresas de Asesoramiento Financiero, registradas y supervisadas en la CNMV) pueden ayudar a las familias a “despertarse” y encontrar los productos financieros óptimos para las mismas, que mejor se adapten a su situación real, objetivos financieros y perfil de riesgo. Hay una oferta amplísima: solo en fondos de inversión, hay más de 40.000 comercializados en España…¿cómo elegir? Dejarse asesorar parece lo razonable.